“Sentí que el mundo se me venía encima. Qué iba a hacer. Tenía dos hijos, no había terminado de estudiar. Mi autoestima estaba muy dañada”, explica Isabel de 29 años. Casada a los 22 años y separada a los 27.
En aquella época, la profesional tenía una nociva relación de pareja con su marido, de la misma edad. Y aunque visitaron terapeutas y se reconciliaron en más de una ocasión, el término de su matrimonio fue inevitable.
A partir de entonces debió reconstruir su vida. Retomar sus amistades y convencerse de que el proyecto de vida que había soñado aún podría ser. Evidentemente la tarea no fue fácil.
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